martes, 4 de diciembre de 2012

Naranjas y Manzanas


Naranjas Lola

Hubo una época en que solía comenzar mis mañanas desayunando un  enorme pomelo rosa en una terraza grande de un pequeño chalet de la montaña de Alcira. Por aquellas fechas estaba yo un poco arrebatado por los aromas cítricos y también por un paisaje de bancales,  con limoneros, naranjos, almendros y algarrobos,  que parecían  precipitarse monte abajo hasta el mismo inicio del camino zigzagueante que lleva al castillo de Cullera.

Muchos años después, Federico y su familia han recuperado para mí aquél paisaje. A través de alguien tuve conocimiento de este proyecto pionero, hablé con mi hermano Luis y compramos unas cajas de naranjas y mandarinas. Eran fantásticas. Del árbol a la mesa, sin intermediarios. Las plantaciones y los cultivos, cuidadosísimos; la poda, la polinización, el respeto absoluto por la estacionalidad,…¡no había precedentes! (o al menos yo no los conocía). Se trataba de poder comer una fruta en tu casa como si estuvieras en el huerto. Federico debió aprender de los buenos boxeadores (el que pega primero, pega dos veces). Hoy, a pesar de que ya han irrumpido otros en el mercado, Federico sigue erre que erre: “Sólo quiero salud y trabajar duro, trabajar para hacerlo cada vez mejor y para mimar a mis clientes”… 

Las mandarinas Lola son delicadas, de piel muy fina, fragantes, tersas, muy dulces y con mucho zumo. Las naranjas también comparten esos mismos atributos, aunque su grado de dulzor está ligerísimamente atenuado por un toque ácido propio de los mejores cítricos.
  
Para saber más sobre naranjas lola: www.naranjaslola.com



Manzanas esperiegas

Año 2010, IFA (Instituto Ferial de Alicante), Congreso “Lo Mejor de la Gastronomía”.  Me disponía a abandonar el recinto ferial y al acercarme a una de las salidas del  Pabellón me topé con un stand repleto de manzanas. Probé una y compré cuatro kilos. Me atendió una persona muy amable y cogí un folleto en el que se explicaban las peculiaridades de la manzana esperiega.
Ademuz es casi un pequeño islote valenciano no muy alejado de la ciudad de Teruel. En los climas de inviernos duros, como el de Ademuz, la tierra suele tener maneras de mujer  esquiva.

Varias familias de Ademuz han escuchado la llamada de la tierra y la han labrado pacientemente. Es admirable el empeño de estas familias. Ellas han sabido hacer piña en torno a un proyecto modélico e ilusionante y los resultados, al menos hasta la fecha, no pueden ser más espectaculares ya que han recuperado y dado valor a una manzana autóctona verdaderamente singular y deliciosa: la manzana esperiega.


La esperiega es una manzana de pulpa muy dura. Al cortarla da la impresión de que su interior está helado y ello se debe a la gran cantidad de azúcar que contiene. Esta fruta no necesita cámara para conservarse en buenas condiciones, su recolección comienza alrededor de Todos los Santos y se puede prolongar hasta abril o mayo. Tras dicha recolección, la manzana esperiega debe permanecer veinte o treinta días en casa para transformarse. Entonces, su color rojo se hace más vivo y el verde se transforma en amarillo.


A veces, cuando viajo entre Valencia y Zaragoza, paso por Ademuz. Son viajes pretexto porque sirven para disfrutar sin prisas  un paisaje diferente al habitual. Suelo empezar con una parada en Alboraya, en casa Daniel (horchata y fartons) y luego me quito el reloj. En una ocasión pernocté en Ademuz y recuerdo que me desperté con los gritos estridentes del gorrino que los vecinos del pueblo iban a sacrificar justo debajo de mi ventana. Pero hoy no toca hablar del rito de la matanza. Estamos a manzanas, no a rolex.


Chapeau para estas gentes de Ademuz que han sabido recuperar terrenos abandonados y baldíos, y que han aprovechado al máximo las características climáticas de la zona y la morfología de su suelo. Chapeau porque, gracias a su esfuerzo, también se están consiguiendo mantener los puestos de trabajo en este ámbito rural.

Para obtener más información:

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