martes, 4 de diciembre de 2012

Crisis y pequeños negocios


Las pequeñas empresas y los pequeños negocios son como esos vehículos ligeros, tal vez motocicletas, que culebrean entre los coches en medio de los grandes atascos de tráfico. Cuando funcionan bien, esas empresas y vehículos suelen tener una gran maniobrabilidad, gastan poco y llegan allí donde no llegan los vehículos grandes y potentes.
Ahora mismo, muchas empresas grandes están metidas en atascos terribles, en líos de ERES, reducciones drásticas de plantilla y cosas por el estilo. Aunque también pintan bastos para las empresas pequeñas, sin embargo me gustó mucho escuchar lo que dijo el otro día en la tele  un ingeniero joven, director de una pequeña empresa de investigación: “estamos trabajando duro y con mucha ilusión, facturamos, ganamos dinero, tenemos pedidos y carga de trabajo para al menos los dos próximos años y aquí no destruimos empleo”.
No es arriesgado afirmar que hoy, al menos en España, son poquísimas las empresas grandes que generan empleo. Paradójicamente sí son algunas  empresas pequeñas las que, dentro de sus enormes limitaciones, saben mantener el tipo. Este es el caso de los grupos familiares que he mostrado en el blog. A pesar de que desde la CEE llegan con cuentagotas las Ayudas al Sector Agroalimentario, da la impresión de que existe un interés cada vez mayor por la búsqueda de trabajo dentro de este Sector. En medio de la crisis, resulta muy estimulante ver cómo estos horticultores y pequeñas familias están sabiendo dar con "la tecla" para encandilar a sus clientes. Simplemente actúan con criterios de calidad y de máxima proximidad con el destinatario final de sus productos. Escuchar al cliente y evitar caminos largos y tortuosos para llegar hasta él, son dos premisas de éxito que aparecen en los más prestigiosos Manuales de Gestión.

No quiero finalizar transmitiendo alguna idea equivocada. Desde este blog no se pretende canonizar a los pequeños y demonizar a los grandes. Para que quede bien claro, a continuación  adjunto un video en el que se muestran unas cuantas  empresas grandes que también funcionan muy bien. A estas alturas nadie debe dudar de que para generar empleo y recuperar la economía necesitamos empresas que funcionen bien, así de simple. Y las empresas que funcionan bien pueden ser grandes, medianas o pequeñas.
  

Naranjas y Manzanas


Naranjas Lola

Hubo una época en que solía comenzar mis mañanas desayunando un  enorme pomelo rosa en una terraza grande de un pequeño chalet de la montaña de Alcira. Por aquellas fechas estaba yo un poco arrebatado por los aromas cítricos y también por un paisaje de bancales,  con limoneros, naranjos, almendros y algarrobos,  que parecían  precipitarse monte abajo hasta el mismo inicio del camino zigzagueante que lleva al castillo de Cullera.

Muchos años después, Federico y su familia han recuperado para mí aquél paisaje. A través de alguien tuve conocimiento de este proyecto pionero, hablé con mi hermano Luis y compramos unas cajas de naranjas y mandarinas. Eran fantásticas. Del árbol a la mesa, sin intermediarios. Las plantaciones y los cultivos, cuidadosísimos; la poda, la polinización, el respeto absoluto por la estacionalidad,…¡no había precedentes! (o al menos yo no los conocía). Se trataba de poder comer una fruta en tu casa como si estuvieras en el huerto. Federico debió aprender de los buenos boxeadores (el que pega primero, pega dos veces). Hoy, a pesar de que ya han irrumpido otros en el mercado, Federico sigue erre que erre: “Sólo quiero salud y trabajar duro, trabajar para hacerlo cada vez mejor y para mimar a mis clientes”… 

Las mandarinas Lola son delicadas, de piel muy fina, fragantes, tersas, muy dulces y con mucho zumo. Las naranjas también comparten esos mismos atributos, aunque su grado de dulzor está ligerísimamente atenuado por un toque ácido propio de los mejores cítricos.
  
Para saber más sobre naranjas lola: www.naranjaslola.com



Manzanas esperiegas

Año 2010, IFA (Instituto Ferial de Alicante), Congreso “Lo Mejor de la Gastronomía”.  Me disponía a abandonar el recinto ferial y al acercarme a una de las salidas del  Pabellón me topé con un stand repleto de manzanas. Probé una y compré cuatro kilos. Me atendió una persona muy amable y cogí un folleto en el que se explicaban las peculiaridades de la manzana esperiega.
Ademuz es casi un pequeño islote valenciano no muy alejado de la ciudad de Teruel. En los climas de inviernos duros, como el de Ademuz, la tierra suele tener maneras de mujer  esquiva.

Varias familias de Ademuz han escuchado la llamada de la tierra y la han labrado pacientemente. Es admirable el empeño de estas familias. Ellas han sabido hacer piña en torno a un proyecto modélico e ilusionante y los resultados, al menos hasta la fecha, no pueden ser más espectaculares ya que han recuperado y dado valor a una manzana autóctona verdaderamente singular y deliciosa: la manzana esperiega.


La esperiega es una manzana de pulpa muy dura. Al cortarla da la impresión de que su interior está helado y ello se debe a la gran cantidad de azúcar que contiene. Esta fruta no necesita cámara para conservarse en buenas condiciones, su recolección comienza alrededor de Todos los Santos y se puede prolongar hasta abril o mayo. Tras dicha recolección, la manzana esperiega debe permanecer veinte o treinta días en casa para transformarse. Entonces, su color rojo se hace más vivo y el verde se transforma en amarillo.


A veces, cuando viajo entre Valencia y Zaragoza, paso por Ademuz. Son viajes pretexto porque sirven para disfrutar sin prisas  un paisaje diferente al habitual. Suelo empezar con una parada en Alboraya, en casa Daniel (horchata y fartons) y luego me quito el reloj. En una ocasión pernocté en Ademuz y recuerdo que me desperté con los gritos estridentes del gorrino que los vecinos del pueblo iban a sacrificar justo debajo de mi ventana. Pero hoy no toca hablar del rito de la matanza. Estamos a manzanas, no a rolex.


Chapeau para estas gentes de Ademuz que han sabido recuperar terrenos abandonados y baldíos, y que han aprovechado al máximo las características climáticas de la zona y la morfología de su suelo. Chapeau porque, gracias a su esfuerzo, también se están consiguiendo mantener los puestos de trabajo en este ámbito rural.

Para obtener más información:

Las galletas de la abuela


Hoy tenemos que hacernos la pregunta en plural: ¿Quiénes son esas dos personas que un día hicieron las maletas para trabajar en Suiza y que luego…?
Hay muchas historias de emigrantes, pero yo solo conozco una en cuya trama argumental aparezcan Toñi Junco, Ángel Blanco e Iván Blanco Junco. Es una historia que finaliza con estos tres personajes de vuelta en el terruño y alumbrando un paisaje extraordinario  con ese aroma inconfundible de las mejores galletas artesanas. Más abajo haré una breve referencia a las características de estas galletas y también incluiré dos páginas web. En una de ellas podremos encontrar una interesante información del  actual negocio, mientras que en la otra, titulada:”Mujeres con historia: Perfiles de 50 empresarias asturianas –página 16”, se cuenta la sugestiva historia de la familia. 
  
Asturias tiene un fondo de armario tremendo. Para los que, entre otras cosas, nos gusta la Naturaleza, el Principado da un juego increíble. Hace años descubrí un enclave fantástico próximo a Ribadesella. Se trata de un pequeño territorio, con carreterillas y senderos ondulantes, que permite hacer caminatas sin perder el resuello. Es fácil caminar por Asturias mientras olfateas prados, tierra, humedad y un aire, a veces algo embriagante, cargado de árboles antiguos y manzanos. En este caso nuestra historia se sitúa un poco a caballo entre los barrios de La Biesca Sebreñu y Sardalla. Llegué a este lugar un día de primavera  y me alojé en un rural modesto, aseado, limpio y con carácter. Desayuné entonces unas galletas estupendas y después me entretuve con mis andanzas gastronómicas. Me prometí a mí mismo que volvería y así lo he hecho.

Fue este pasado verano cuando, por fin, alargué mi caminata hasta la casa de Toñi, Ángel e Iván. Era un domingo luminoso. Encontré a Ángel en la calle, muy cerca de la entrada del obrador que se ubica en un pequeño edificio cuyo tejado, plano y transitable, sirve de azotea para tomar el sol (o la fresca) mientras se contempla el paisaje. Antes de entrar en el interior del obrador para poder ver los pequeños equipos de elaboración y las bandejas con galletas y bizcochos, quiso Ángel que charláramos en la azotea. Fue fabuloso, un auténtico lujo, cuatro en uno: conversación, paisaje, un sol mañanero y tibio, y el aroma delicioso e inconfundible de las galletas recién horneadas.



Galletas de la abuela -  Ingredientes: harina de trigo, huevos, azúcar, mantequilla y levadura de primerísima calidad. El sabor, color y aroma de estas galletas es 100% natural. Cada día se hornean y se dejan en el punto de venta para que el cliente se las lleve recién hechas. Al no incorporar aditivos, colorantes, ni conservantes, en el mismo envase se recomienda que, tras abrirlo, se disfrute de las galletas durante las dos primeras semanas. También se indica que si no se abre el paquete, las galletas se mantendrán perfectamente hasta su fecha de caducidad.

(información general sobre el producto, ubicación de la panadería, etc.)

(información sobre la historia de la familia y sobre la creación de este negocio)